REÍR LLORANDO – TRES PREMISAS BÁSICAS PARA DESEMPEÑAR UN TRABAJO DE ÉXITO
“¿No es acaso la vida cien veces demasiado corta para que nos ahoguemos nosotros mismos?
Friedrich Nietzsche
Reír llorando no sólo corresponde a las letras del gran poema de Juan de Dios Peza, hace parte de la realidad de muchos individuos que al salir de casa hacia sus lugares de trabajo no encuentran gozo ni satisfacción y prefieren mantener la máscara de felicidad por necesidad o compromiso hacia su familia o seres queridos.
Remontándonos un poco al origen de esta situación vemos como la mayoría de nosotros fuimos educados e influenciados bajo el concepto de estudiar una carrera la cual produjera grandes beneficios económicos, basándose en un concepto de felicidad y éxito erróneo… lo peor del cuento es que ¡nos lo creemos! Así es como terminamos haciendo muchas veces algo que no nos gusta, desempeñando un arte u oficio para el cual no fuimos creados y generando conflicto diario con nosotros mismos.
Pero ¡espera un momento! Recuerda que la situación actual no significa la situación final, por ende en cualquier circunstancia de la vida puedes elegir hacer un cambio que te permita experimentar plenitud, porque de eso se trata, qué sentido tiene estar en un lugar ocho horas diarias o en algunos casos un poco más ¿sintiendo un tedio absoluto?
A continuación comparto las tres premisas básicas para desempeñar un trabajo de éxito:
- Amar lo que haces: Cuando realizas una labor la cual amas todo se refleja en el exterior, la gente percibe tu energía, felicidad y gozo, estas en la capacidad de atraer el éxito de forma inmediata porque te sintonizas a la frecuencia adecuada
- Ajustarlo con tus valores y principios: Reconocer para ti que es lo verdaderamente importante y bajo qué premisas hacerlo te llevara a ubicarte en un lugar indicado, por ejemplo, si consideras indispensable un lugar donde puedas exponer tu creatividad diseñando cosas, sería incoherente trabajar como recepcionista ¿verdad?
- Permitir desarrollar tu talento especial: Me encanta la cita de Pearl Bailey: “Existen dos tipos de talento, el que el hombre consigue con su esfuerzo y el que Dios le concede. Con el primero, debes luchar mucho. Con el que te concede Dios, sólo tienes que retocarlo de vez en cuando.” Es claro que todos sin excepción alguna hemos sido concebidos con grandes dones y talentos, es nuestra obligación encontrarlos para luego desarrollarlos y perfeccionarlos
Si el trabajo que estas ejerciendo actualmente no cumple con estos tres puntos, definitivamente no debes estar allí; sal a buscar tu lugar, no te conformes ni resignes con menos. Entiendo perfectamente que haya miedos, surjan dudas o inquietudes, pero solo hasta que te enfrentes a ellas no podrás salir del lugar en el que te encuentras. No busques excusas, eso no lo hacen las personas exitosas, grábate en la mente que siempre habrá formas de conseguir lo deseado, ponte en acción y veras como todo empieza a fluir de forma natural y el éxito tocará a tu puerta.
Reír llorando
Viendo a Garrick, actor de la Inglaterra,
el pueblo al aplaudirlo le decía:
Eres el más gracioso de la tierra y el más feliz.
Y el cómico reía.
Víctimas del spleen los altos lores,
en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores
y cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez ante un médico famoso,
llegose un hombre de mirar sombrío:
-Sufro -le dijo- un mal tan espantoso
como esta palidez del rostro mío.
Nada me causa encanto ni atractivo;
no me importan mi nombre ni mi suerte;
en un eterno spleen muriendo vivo,
y es mi única pasión la de la muerte.
-Viajad y os distraeréis. -Tanto he viajado
-Las lecturas buscad -Tanto he leído-
Que os ame una mujer – ¡Si soy amado!
-Un título adquirid -Noble he nacido.
¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas
– ¿De lisonjas gustáis? – ¡Tantas escucho!
-¿Que tenéis de familia?…-Mis tristezas
-¿Vais a los cementerios?… -Mucho, mucho.
¿De vuestra vida actual tenéis testigos?
– Sí, mas no dejo que me impongan yugos;
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos mis verdugos.
-Me deja- agrega el médico -perplejo
vuestro mal, y no debo acobardaros;
Tomad hoy por receta este consejo:
sólo viendo a Garrick podéis curaros.
-¿A Garrick? -Sí, a Garrick…La más remisa
y austera sociedad lo busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡tiene una gracia artística asombrosa!
-Y a mí me hará reír?-Ah, sí, os lo juro !;
él, sí, nada más él…Mas qué os inquieta?…
-Así -dijo el enfermo -no me curo:
¡Yo soy Garrick ! Cambiadme la receta.
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reir como el autor suicida
sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!..
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestras plantas pisa
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto;
que las vidas son breves mascaradas;
aquí aprendemos a reír con llanto
y también a llorar con carcajadas.